Asalto de Tunez
Hızır Jeireddín Barbarroja, desde 1519, protegido por el sultán Solimán el Magnífico, se había convertido en la principal amenaza a las posiciones españolas en el Mediterráneo. En 1535, Carlos I decide a acabar con el problema corsario recuperando Túnez, en manos de Barbarroja.
Se dirige a la ciudad con una enorme armada de más de 500 buques, caballeros y tropas de otros países. Después de tres días de asedio, consigue una gran victoria con lo que vuelve a controlar esa parte de África. No obstante, Barbarroja consigue escapar y sigue siendo un enemigo peligroso ya que conserva parte de su gran flota y a sus principales capitanes.
Batalla de Préveza
El 28 de septiembre de 1538, frente a la bahía de Préveza se enfrentaron la armada española, 200 navíos y 2.500 cañones, al mando de Andrea Doria y la flota otomana al mando del gran almirante Hızır Jeireddín Barbarroja, con tan solo 150 galeras.
El ataque repentino de los turcos sorprende a los cristianos que no llegan a alinearse en formación de combate, además, el viento desfavorable y una tormenta hacen que las naves cristianas caigan en poder de los piratas que consiguen una gran victoria con muchos prisioneros que se convertirán en esclavos.
Asalto de Argel
En 1541, otra gran expedición fracasa cuando Carlos I con más de 500 barcos ataca Argel. El monarca adelantó la salida de la flota al querer coger a Barbarroja en su refugio, no escuchó a sus capitanes cuando le aconsejaron esperar ya que en esa época del año las abundantes tormentas suponen un gran peligro.
Tras el bombardeo de la ciudad, cuando se iba a realizar el asalto, se desencadenó una gran tempestad. El día siguiente, las tropas españolas, hundidas en el barro, con los arcabuces y la pólvora mojados, no pudieron hacer frente a la salida de los piratas lo que convirtió la batalla en una masacre. En el mar la tormenta estrello parte de la flota contra la costa. Un total desastre en el que se perdieron miles de soldados y muchas naves.
Batalla de Lepanto
El 7 de octubre de 1571, en el golfo de Lepanto, se desarrollo un gran combate naval entre la armada del imperio otomano y una coalición cristiana, la Liga Santa, formada por la monarquía hispana de Felipe II, los Estados Pontificios, la República de Venecia, la Orden de Malta, la República de Génova y el Ducado de Saboya.
La flota cristiana se reúne en Mesina, al mando de don Juan de Austria, desde allí zarpa al encuentro de la armada turca de Alí Pasha. Las dos potencias despliegan todas sus fuerzas, por parte cristiana 204 galeras, 6 galeazas y 20 navíos armados, además de algunos bergantines y fragatas, totalizando 1.215 piezas de artillería y 90.000 hombres entre soldados, gente de mar y galeotes o remeros. La flota turca, era superior en barcos a la de los cristianos, contaba con 216 galeras, 87 galeotas y 18 fustas, pero sólo 750 cañones y 47.000 hombres, con menos arcabuces y mosquetes, ya que preferían las flechas envenenadas más rápidas de lanzar.